sábado, 30 de noviembre de 2024

Para un viaje ligeros de equipaje.

 




                                                            El equilibrio es

                                                            para equilibristas.



Locura permanente


Mi locura nunca fue transitoria,

por enésima vez me levanto,

eso en sí, ya es una victoria.

No me voy a rendir nunca

porque sé que vivir 

es apostar a ser feliz.

Doble o nada al color del amor,

del arte y de todo lo que hace

que a pesar de tener que irte 

decidas quedarte. 


Un verso libre


No sé si a mi paso

voy dejando huella o mella

o solamente indiferencia.


En cualquier caso

sigo caminando

y no pienso mirar atrás 

para comprobarlo.


No soy cualquiera, soy yo,

con todos mis nombres

con todas sus letras.


Un verso, un borrón,

otro verso, otro borrón,

pero sigo avanzando 

como un verso libre

a través de un texto esclavo.


Me alimento de las cosas 

que pasan a mi paso

y de la gente que al cruzar 

sus vidas con la mía

acarician mi alma,

ponen papel y tinta 

en mis manos

y se van dejando

un reguero de versos 

a su paso. 


Llanto


Ella lloraba casi todos los días

-por cualquier cosa-.

Le dije que no llorase,

que dejase las lágrimas 

para la muerte de su perra 

o de sus padres,

o para cuando a alguno de nosotros

no diagnosticaran cáncer.

Se alejó cuanto pudo de mí

y siguió llorando.


Marzo del 23


Yo que quiero vivir oculto

escribo y publico poemas,

me calzo unas manoletinas,

me enfundo unas medias rosas,

y mato un toro a la vista de cualquiera.


Misántropo empedernido

sueño desde el más profundo escepticismo

que salen a flote el hombre y el mundo.


Hipocondríaco que piensa a diario en la muerte

claudico ante su lealtad,

pues sólo se dejará ver

cuando yo ya me haya ido.


Sigo queriendo París con aguacero.

Linares, aun teniendo que luchar

contra el agua sólo con fuego.

Aunque duela, Aguascalientes.

Y Sevilla, si es vestido de torero.


El camino más largo


Cuando ya no quede nadie,

cuando nadie reparta más cartas,

tal vez rompa la baraja.


Hasta la fecha,

si alguna vez me levanté de la mesa,

fue para servirme hielo o ajustarme las espuelas.


Mis amigos apostaron a caballo ganador,

al más veloz, siendo esta una carrera de fondo.


No les guardo rencor.


Tenían que sobrevivir,

familias que alimentar,

y esa maraña de cosas.


Remuevo las cartas,

gotitas de bourbon y hielo.


El camino más largo

es tan duro como

jodidamente bello.


Ligeros de equipaje


El pianista despertó de la anestesia

y comprobó que había perdido

tres dedos de su mano izquierda

y el pulgar de la derecha.

El escritor no reconoció a su hija

en la sala de estar de aquella lúgubre clínica.

El pintor fue liberado de las vendas

y se adentró en una oscuridad

de la que no regresaría.

El tenor se levantó de la cama,

caminó hasta el espejo y acarició

la delicada red que cubría aquel perfecto agujero en su cuello.

Abrí los ojos y rodé sobre este enjambre de sábanas

en que te has convertido.

Supongo que es esto

lo que quieren decir los que dicen

que hay que llegar al final

ligeros de equipaje.







                     Texto y fotos: Lorite Serrano.

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