viernes, 24 de octubre de 2025

Fragmentos: La carta.

 


La carta.


Fue por entonces que llegó la carta. No era una carta de Hacienda, ni de la Seguridad Social, ni de remite extranjero. Todas estas hubiesen justificado su inquietud. Era un sobre blanco, sencillo. Las señas estaban escritas a mano, seguramente con la tinta azul de un boli Bic. Él conocía bien la letra. Esa letra era el motivo de su pulso acelerado. Hubiese encencido un cigarrillo, pero recordó que hacía años que había dejado de fumar. Fue en aquella tierra caliente. Pero todo aquello parecía haber ocurrido hacía tanto tiempo, que decidió no abrir siquiera el sobre. Era verdad. Él no quiso creer lo que leía en los periódicos, pero era verdad. Él no dio crédito a los limpiabotas de Plaza Patria, ni a las chicas de El Rosinal, ni al señor de los tamales; todos repetían una y otra vez, cada cual a su modo, lo que él se negaba a aceptar con la misma fuerza que, en otro tiempo, lo había impulsado a arribar a aquella tierra: no era ni sería un verdadero artista.


Lorite Serrano. 



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